Dicen que los sentimientos son eternos, y aplicado a lo que a nosotros nos interesa, el amor al blanco y azul puede considerarse de una longevidad inagotable. “No es tiempo de protestar”, dirán algunos, “¡Provocadores!”, dirán otros… Pero sin embargo nos mantenemos en la idea de que esta pasión es inagotable, que estos colores son únicos, que “No hay tregua” para nuestra lealtad, ni explicación que valga para quitarnos de golpe y porrazo nuestro escudo, aquel que aglutinaba a todos los zaragocistas, aquel con el que todos nos sentíamos identificados y unidos, independientemente de la situación del club, del presidente al cargo, del entrenador o de si las monjas fornican o no.
Pero de repente apareció el salvador del zaragocismo, aquel que venía a cambiarlo todo, a ganar ligas y a clasificarnos para la champions. Una pena… El primer año nos engaño a todos, y el segundo se creció y quiso IMPONER su “marca” a este Zaragoza, una marca en forma de lagartija, “y encima sin corona”… que no representa ni a la ciudad de Zaragoza ni a nadie en absoluto, y menos todavía volviéndonos a engañar, perjurando que era solo para el año del aniversario…Como si de otros tiempos se tratasen, al más puro golpe dictatorial.
Y el escudo se fue, nos abandonó, y cayó sobre nosotros una época negra, llena de mentiras, de infinitos entrenadores, de descensos, de pérdida de identidad y de prestigio esfumado… Y la lagartija se apodero de todo. Tanto la que va sin afeitar como la del logotipo.
SOBRÁIS AMBOS.
DEVOLVED NUESTRO ESCUDO
AGAPITO EL QUE SOBRAS ERES TÚ